¿Qué
sucede cuando entramos en la experiencia del silencio?
En un principio,
nuestro diálogo interno se vuelve todavía más turbulento. Sentimos la necesidad
apremiante de decir cosas. He conocido personas que llegan a la desesperación
total el primer o el segundo día que se consagran a guardar silencio durante un
período prolongado.
Súbitamente los invade una sensación de urgencia y de
ansiedad. Pero a medida que perseveran en la experiencia, su diálogo interno
comienza a callar. Y al poco tiempo, el silencio se vuelve profundo. Esto se
debe a que después de cierto tiempo, la mente se da por vencida; se da cuenta de
que no tiene sentido insistir e insistir si el yo - el espíritu, el que decide -
no desea hablar, y punto. Luego, cuando calla el diálogo interior,
empezamos a
experimentar la quietud del campo de la potencialidad pura.
Practicar
el silencio periódicamente, en el momento que más nos acomode, es una manera de
experimentar la ley de la potencialidad pura. Otra manera es dedicar un tiempo
todos los días a la meditación. Lo ideal es meditar por lo menos durante treinta
minutos por la mañana y treinta minutos por la noche. Por medio de la
meditación aprenderemos a experimentar el campo del silencio puro y la
conciencia pura. En ese campo del silencio puro está el campo de la correlación
infinita, el campo del poder organizador infinito, el terreno último de la
creación donde todo está conectado inseparablemente con todo lo
demás.
En la
quinta ley espiritual, la ley de la. intención y el deseo, aprenderemos la
manera de introducir un leve impulso de intención en este campo para que la
realización de nuestros deseos tenga lugar espontáneamente. Pero primero debemos
tener la experiencia de la quietud. La quietud es el primer requisito para
manifestar nuestros deseos, porque en la quietud reside nuestra conexión con el
campo de la potencialidad pura, el cual puede organizar una infinidad de
detalles para nosotros.
Imaginemos que lanzamos una piedra pequeña en un pozo de
agua y observamos las ondas que se forman. Al rato, cuando las ondas
desaparezcan y el agua quede quieta, quizás lancemos otra piedra. Eso es
exactamente lo que hacemos cuando entramos en el campo del silencio puro e
introducimos nuestra intención. En ese silencio, hasta la menor intención
avanzará formando ondas por el terreno subyacente de la conciencia universal, el
cual conecta todo con todo lo demás. Pero si no experimentamos la quietud de la
conciencia, si nuestra mente es como un océano turbulento, podríamos lanzar en
él todo el edificio Empire State sin ver efecto alguno. La Biblia dice: "Calla,
y sabrás que soy Dios". Esto es algo que sólo se puede lograr a través de la
meditación.
Otra
manera de entrar en el campo de la potencialidad pura es por medio de la
práctica del hábito de no juzgar. Juzgar es
evaluar constantemente las cosas para clasificarlas como correctas o
incorrectas, buenas o malas.
Cuando
estamos constantemente evaluando, clasificando, rotulando y analizando, creamos
mucha turbulencia en nuestro diálogo interno. Esa turbulencia frena la energía
que fluye entre nosotros y el campo de la potencialidad pura. Literalmente,
comprimimos el espacio entre un pensamiento y otro.
Ese
espacio es nuestra conexión con el campo de la potencialidad pura. Es el estado
de conciencia pura, el espacio silencioso entre los pensamientos, la quietud
interior que nos conecta con el poder verdadero. Y cuando comprimimos el
espacio, reducimos nuestra conexión con el campo de la potencialidad pura y la
creatividad infinita.
En Un
curso de milagros hay una oración que dice: "Hoy no juzgaré nada de lo que
suceda". El hábito de no juzgar crea silencio en la mente. Por tanto, es buena
idea comenzar el día con esa afirmación. Y durante todo el día, recordémosla
cada vez que nos sorprendamos juzgando. Si nos parece muy difícil practicar
este procedimiento durante todo el día, entonces sencillamente digámonos: "No
juzgaré nada durante las próximas dos horas" o "Durante la próxima hora, pondré
en práctica el hábito de no formar juicios". Después podremos
ampliar gradualmente el tiempo.
Por medio
del silencio, de la meditación y del hábito de no juzgar, tendremos acceso a la
primera ley, la ley de la potencialidad pura. Una vez que logremos este acceso,
podremos agregar un cuarto componente a esta práctica:
pasar
regularmente un tiempo en contacto directo con la naturaleza. Pasar un tiempo
con la naturaleza nos permitirá sentir la interacción armoniosa de todos los
elementos y las fuerzas de la vida, y experimentar un sentimiento de unidad con
todas las cosas de la vida. Trátese de un arroyo, un bosque, una montaña, un
lago o del mar, esa conexión con la inteligencia de la naturaleza también nos
ayudará a lograr el acceso al campo de la potencialidad pura.
Debemos
aprender a ponernos en contacto con la esencia más íntima de nuestro ser. Esa
verdadera esencia está más allá del ego. No teme; es libre; es inmune a la
crítica; no retrocede ante ningún desafío. No es inferior ni superior a nadie, y
está llena de magia, misterio y encanto.
El acceso
a nuestra esencia verdadera también nos permitirá mirarnos en el espejo de las
relaciones interpersonales, porque toda relación es un reflejo de la relación
que tenemos con nosotros mismos. Si, por ejemplo,
nos sentimos culpables, temerosos o inseguros con respecto al dinero, al éxito o
a cualquier otra cosa, estos sentimientos serán el reflejo de la culpabilidad,
la inseguridad y el temor básicos de nuestra personalidad. No existe en el mundo
ningún dinero o éxito que pueda resolver estos problemas básicos de la
existencia; solamente la intimidad con el yo podrá hacer surgir la verdadera
cura. Y cuando estemos bien afianzados en el conocimiento de nuestro verdadero
yo - cuando realmente comprendamos su verdadera naturaleza - jamás
nos sentiremos culpables, temerosos o inseguros acerca del dinero, o de la
abundancia, o de la realización de nuestros deseos, porque comprenderemos que la
esencia de toda riqueza material es la energía vital, la potencialidad pura; y
la potencialidad pura es nuestra naturaleza intrínseca.
A medida
que logremos más y más acceso a nuestra verdadera naturaleza, también iremos
teniendo espontáneamente pensamientos creativos, porque el campo de la
potencialidad pura es también el de la creatividad infinita y el del
conocimiento puro. Franz Kafka, el poeta y filósofo austriaco, dijo alguna vez:
"No hay necesidad de salir de la habitación. Basta con sentarse a la mesa y
escuchar. Ni siquiera es necesario escuchar, sólo esperar. Ni siquiera hay que
esperar, sólo aprender a estar en silencio, quieto y solitario. El mundo se
te ofrecerá libremente para ser descubierto. Él no tiene otra alternativa; caerá
en éxtasis a tus pies".
La
abundancia del universo - la espléndida exhibición y riqueza del universo - es
una expresión de la mente creativa de la naturaleza. Cuanto más sintonizados
estemos con la mente de la naturaleza, mayor acceso tendremos a su creatividad
infinita e ilimitada. Pero primero debemos dejar atrás la turbulencia de nuestro
diálogo interno, a fin de poder conectarnos con esa mente rica, abundante,
infinita y creativa. Y entonces crearemos la posibilidad de una actividad dinámica, pero manteniendo
al mismo tiempo la quietud de la mente eterna, ilimitada y creativa. Esta
exquisita combinación de la mente silenciosa, ilimitada e infinita con la mente
dinámica, limitada e individual, es el equilibrio perfecto de la quietud y el
movimiento simultáneos, el cual puede crear cualquier cosa que
deseemos. Esta coexistencia de los contrarios - quietud y dinamismo al mismo
tiempo - nos independiza de las situaciones, las circunstancias, las personas y
las cosas que nos rodean.
Cuando
reconozcamos calladamente esta coexistencia exquisita de los contrarios, nos
alinearemos con el mundo de la energía - el caldo cuántico, la cosa inmaterial
que constituye la fuente del mundo material. Este mundo de energía es fluido,
dinámico, flexible, cambiante, y está siempre en movimiento. Pero, al mismo
tiempo, es quieto, callado,
eterno, silencioso y no cambia.
La
quietud en sí constituye la potencia para crear; el movimiento en sí es la
creatividad reducida a un determinado aspecto de su expresión. Pero la
combinación de quietud y movimiento nos permite dar rienda suelta a
la creatividad en todas las direcciones - a donde quiera que el poder de nuestra
atención nos lleve.
A donde quiera que vayamos en medio del movimiento y la actividad, llevemos con nosotros la quietud. De esa manera, el movimiento caótico que nos rodea jamás nos ocultará la puerta de acceso al manantial de creatividad, al campo de la potencialidad pura.
CÓMO APLICAR LA LEY DE LA POTENCIALIDAD PURA
CÓMO APLICAR LA LEY DE LA POTENCIALIDAD PURA
Pondré a
funcionar la ley de la. potencialidad pura comprometiéndome a hacer lo
siguiente:
1)
Me pondré en contacto con el campo de la potencialidad pura destinando tiempo
todos los días a estar en silencio, limitándome sólo a ser. También me sentaré solo a meditar en silencio por lo menos dos veces al día, aproximadamente durante treinta minutos por la mañana y treinta por la noche.
2) Destinaré tiempo todos los días a estar en comunión con la naturaleza y ser testigo silencioso de la inteligencia que reside en cada cosa viviente. Me sentaré en silencio a observar una puesta del sol, o a escuchar el ruido del océano o de un río, o sencillamente a oler el aroma de una flor. En el éxtasis de mi propio silencio, y estando en comunión con la naturaleza, disfrutaré el palpitar milenario de la vida, el campo de la potencialidad pura y la creatividad infinita.
2) Destinaré tiempo todos los días a estar en comunión con la naturaleza y ser testigo silencioso de la inteligencia que reside en cada cosa viviente. Me sentaré en silencio a observar una puesta del sol, o a escuchar el ruido del océano o de un río, o sencillamente a oler el aroma de una flor. En el éxtasis de mi propio silencio, y estando en comunión con la naturaleza, disfrutaré el palpitar milenario de la vida, el campo de la potencialidad pura y la creatividad infinita.
3)
Practicaré el hábito de no juzgar. Comenzaré cada día diciéndome: "Hoy no
juzgaré nada de lo que suceda", y durante todo el día me repetiré que no debo
juzgar.
"LAS SIETE LEYES ESPIRITUALES
DEL EXITO"